La inclusión: ¿amiga o enemiga? Su experiencia como profesora influenció un nuevo enfoque logopédico para la inclusión en las clases.
Por: Kristin Immicke, MS, CF-SLP
Inclusión. Tengo que admitirlo, cuando era profesora de educación básica no soportaba esa palabra. Francamente, no le veía sentido. ¿Cómo podía beneficiar a alguien? ¿Cómo se suponía que tenía que enseñar a toda la clase cuando algunos se quedaban tan atrás? ¿No sería mejor para todos si ese estudiante en concreto estuviera en una clase “especial”?
¿Les suena familiar? Fui profesora durante siete años antes de empezar en la escuela de posgrado de logopedia –y durante todo ese tiempo, interpreté mal el propósito de la inclusión y me resultó difícil implementarla–.
Ahora que estoy al otro lado del debate, veo los muchos beneficios de la inclusión para todos los estudiantes –pero estos beneficios suelen ser ignorados porque llevar a cabo de forma exitosa la inclusión puede resultar desafiante–. El mero hecho de hablar de la inclusión puede suponer un reto, así que ofrezco algunos consejos para facilitar el debate para todos.
Recuerden que la inclusión no es un modelo de clase inalterable. Es muy diferente para cada escuela, clase y estudiante. La inclusión puede significar pasar desde unos pocos minutos hasta un día entero en una clase de educación básica. La inclusión es una nueva experiencia cada vez, porque debería ser diseñada de forma que sea adecuada para cada estudiante.
Veo los muchos beneficios de la inclusión para todos los estudiantes –pero estos beneficios suelen ser ignorados porque llevar a cabo de forma exitosa la inclusión puede resultar desafiante–.
Presten atención a cada estudiante. Como educadores, nuestro propósito es ayudar a aprender a nuestros alumnos. Necesitamos recordar este objetivo mientras tomamos decisiones de inclusión, y mantenernos centrados en las necesidades del estudiante. Si un alumno puede arreglárselas en una clase de educación básica todo el día, ahí es donde debe estar. Si menos tiempo es mejor para un alumno en concreto, esa opción debería considerarse. Nunca deberíamos centrarnos en qué es lo más fácil para nosotros –los profesores y especialistas– sino en qué es lo mejor para nuestros estudiantes. Les atendemos en función de sus necesidades individuales.
Sean comprensivos con todos los que están involucrados en el proceso. Sé que muchos profesores ven la inclusión como algo inconveniente y estresante, especialmente sin el apoyo adecuado. Asegúrense de escuchar las preocupaciones y miedos de todos. Discutir estas preocupaciones ayuda al equipo de PEI (Programa de Educación Individualizada) a diseñar el plan de acción y apoyo más adecuado para cada situación.
Sé que muchos profesores ven la inclusión como algo inconveniente y estresante, especialmente sin el apoyo adecuado. Asegúrense de escuchar las preocupaciones y miedos de todos.
Manténganse positivos. Resulta fácil centrarse en los aspectos negativos cuando se habla de inclusión. Es adecuado tratar estos desafíos –como la necesidad de modificar la enseñanza o controlar los comportamientos difíciles– pero la atención debería ponerse en los resultados positivos. La inclusión positiva depende del apoyo que reciben los profesores y sus alumnos con discapacidad, incluyendo PEI y horarios adecuados y asistencia con la modificación de instrucciones y de deberes para que todos los niños puedan tener éxito. El plan debería considerar los puntos fuertes y las áreas de dificultad y proporcionar al estudiante oportunidades para crecer, ganar independencia y celebrar todos los triunfos por pequeños que sean.
Animar a los profesores a utilizar los recursos disponibles. Los profesores de educación especial, los PEI, los terapeutas ocupacionales y fisioterapeutas, los educadores de personas con discapacidades auditivas y otros especialistas constituyen buenos recursos para profesores y de unos a otros. El éxito académico de nuestros estudiantes depende de que todos nosotros trabajemos como un equipo por lo que es mejor para ellos.
A menudo, reflexiono sobre mis años como profesora y sobre cómo puedo utilizar esa experiencia para ayudar a los profesores y alumnos con los que trabajo ahora como logopeda. La inclusión puede ser un reto, pero no necesita ser un campo de batalla. Seguir estos consejos ayudará a guiar los debates, a mantenernos a todos en el mismo lado y a permitirnos ver la inclusión como una parte importante de la experiencia educacional del estudiante.
- Kristin Immicke, MS, CF-SLP, está finalizando su beca clínica con una cooperativa de educación especial al servicio de escuelas públicas pre K-12 en el centro de Texas. Publica el blog Talkin’ with Twang, donde comparte sus experiencias sobre el trabajo en escuelas públicas.immicke@gmail.com
- © 2016 American Speech-Language-Hearing Association
Artículo publicado originalmente en inglés: Inclusion: Friend or Foe?
Traducción al español dentro del proyecto PerMondo para la traducción gratuita de páginas web y documentos para ONG y asociaciones sin ánimo de lucro. Proyecto dirigido por Mondo Agit. Traductora: Adalía Cuesta. Revisora: Clara Gorria Lazaro.